Durante los últimos diez años, en Neiva se vienen formando iniciativas juveniles que buscan el desarrollo de un ritmo que es común en otros contextos del país, pero que en el Huila tiene corto desarrollo: el rock. Hoy, las guitarras eléctricas y la batería acompañan los acordes del chucho y el tiple en los tradicionales ritmos folclóricos de la rajaleña y el sanjuanero huilenses. La comunidad juvenil neivana debate acerca de esta forma alternativa de expresión.
Por: Jhon Fredy Nagles Soto y Holmer Arias Gómez.
Reportería: Holmer Arias Gómez,
Fredy Gonzalo Rodríguez
Gina Paola Sterling.
Departamento de Prensa e investigación
Juventud Radial Comunitaria
Gina Paola Sterling.
Departamento de Prensa e investigación
Juventud Radial Comunitaria
JURACO.
Sobre la mesa estaba la programación de lo que todos los años y desde hace cuarenta y cinco se viene festejando en la capital huilense. Les dije que fuéramos. No se negaron. Plata para ir no había pero… ¡que vaina!, lo bacano es “poguear”. El pisquero adormecía las mentes de algunos “locos” sedientos del Black, Heavy, Punk, Gorh y otros ritmos.
Esperaron ver a Disoluto, Arkanot, Monje Negro y otras agrupaciones tradicionales en Neiva. Tamaña sorpresa cuando al entrar al encuentro no había casi gente. Averiguamos y… no se hallaban en el listado de bandas que tradicionalmente son las esperadas en el Festival Departamental de Bandas de Rock.Pues sí, sobre la mesa estaba el papel indicándonos el esperado evento, que se llevó a cabo el pasado 30 de junio, donde diez bandas de Rock se entremezclaron con el Sanjuanero que comúnmente se ha escuchado durante los últimos cuarenta y cinco años en el Huila.Esta escena se ha repetido desde el año 2000 que, después de la lucha de quienes gustan del Black y el metal en general, se ha consolidado un festival con recursos del gobierno departamental.
De ésta manera, se da a conocer la potencia juvenil del Rock en Neiva.¿Metal huilense, rock neivano?, muchos dirían que no. ¡Claro papá! Según nos cuenta Andrés Mauricio Cohen, director de la banda Yijajay una de las anfitrionas en el Festival. “Me atrevo a decir que si existe rock neivano” Sin embargo, el tiempo de desarrollo de esta oleadas de bandas y de toques es muy poco para formar un buen movimiento. “Pero algunas bandas han durado. Aunque sobra agregar – nos reitera Andrés Mauricio – la calidad no es la esperada”.No es solo tocar un instrumento.
El Rock es sentir lo que se está haciendo, argumentan quienes degustan de las tonadas, entre ingenuas y tenues, del Black y el Punk.De la tradición a la transformación culturalPero, ¿Qué pensarán los jóvenes de un Sanjuanero a lo negro? Fredy Ernesto Tovar, guitarrista de la banda Corriente Alterna de la ciudad de Neiva nos dice que “el trabajo que viene haciendo la Secretaría de Cultura Departamental de pedirle a las bandas de rock que hagan con la música tradicional opita expresiones roqueras empieza a dar un pie de apoyo. El Sanjuanero tocado con una batería, con un bajo, con una guitarra en distorsión y voces guturales es sano. Es mejor que se trasforme a que se pierda” , argumenta Fredy Ernesto. “De otra manera, un chino de catorce o quince años, con toda la competencia que existe en la escena musical, nunca oiría un Varcino ni Espumas, ni Me llevarás en Ti, nada de ésta vaina”, concluye Tovar, el guitarrista corriente alternista.
Las transformaciones culturales que se inmiscuyen en el mundo actual globalizado hacen que hasta la música sea instrumento para la recodificación cultural de los valores de otras músicas; en nuestro caso, el Rajaleña y el Sanjuanero. “La cosmología de la ciudad lo hace hablar y lo hace pensar desde la ciudad, desde lo urbano y las expresiones que están plasmadas en nuestras canciones, son expresiones citadinas, son expresiones urbanas. Y no hay la lírica del campo la rima en seis octavos. ¡No!... lo de nosotros es muy urbano”.¿Qué hay de rock en Neiva?Centenar de mentes que articulan su vivir entre fetiches que cristalizan los lenguajes del Gronch, el Black Metal y el Punk, no entienden como Disoluto, Monje Negro, Arkanot y otros no fueron protagonistas de ésta quinta versión del Festival.
A criterio de quienes asistieron al evento en mención, a ésta clase de encuentros se espera siempre la tonada del bajo disolutista o el rechinar de la guitarra en manos de Juan Guillermo Soto de Arkanot.Según Fernando Gasca, director de la Corporación Cultural Casa Teatro y coordinador de esta jornada roquera, argumenta que quienes se buscan para que hagan las veces de jurados en la selección previa al Festival no son los más competentes para establecer criterios de clasificación.
Como si fuera poco, los gritos que de fondo se escucharon casi que saltaban a primer plano por encima de las guitarras al demandar con palabras soeces el acceso al centro de la cancha para gozar, junto a la música, del tradicional pogo rockero.“Tombos a poguear” gritaban algunos, “si no entramos a la cancha nos pelamos” eran las rechiflas que escuchaban quienes, desde el centro de la cancha y la tarima, coordinaban y moderaban el evento. “El comandante del Departamento de Policía Huila nos dijo que no se responsabilizaba de nada si los dejábamos acceder al escenario”, declaró Gasca al ser cuestionado por los asistentes.
Pero lo que hace rock al rock es el pogo. “Esto ya lo están volviendo como una ‘mierda’, como una vaina de comercio. No es como… uno viene aquí es a rumbear, a pasarla rico. No dejan que uno pase sabroso. Ponen a un man que ni siquiera sabe que es la palabra rock” -argumentó uno de los ‘locos’ asistentes roqueros del evento – “Pero ponen es a un man acá que le gusta es la guavina, el vallenato; no tiene nada que ver acá, hermano. Siempre venimos es a poguear acá, pasarla rico y hoy nos prohibieron eso, güevón. Por eso es que la gente dice que se está acabando el espectáculo, porque es que la gente viene es a eso” concluyó con palabras soeces dirigidas al personal de policía reclamando pogo.
Por tanto, con todas estas demandas, el encuentro terminó antes de lo previsto, once y cuarenta y cinco de la noche. En pasados encuentros, el pogo movía las masas hasta las dos de la mañana. Junto a Disoluto, Monje Negro y otros locos como el mechudo de Carlos Lugo del combo que denominaron, para entonces, como Los Teletubis, el estadio Urdaneta Arbelaez danzaba en lo mas sublime del sepulcral Black Metal, el Metal Progresivo y otras tonadas que intimidan a quienes no son consumidores habituales del Metal.
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