miércoles, 5 de noviembre de 2008

GUITARRAS BAJO LA LLUVIA EN ROCK AL PARQUE 2008: Un momento para reflexionar sobre el Rock Nacional y Local

Parece que el clima se hubiera confabulado con el metal durante el primer día en la versión XIV del Festival Rock al Parque. La lluvia no fue condescendiente con el ska, el punk y el reggae durante las siguientes dos jornadas. Sin embargo, entre espesos barros y molestos charcos, personas de diferentes lares de Colombia y Latinoamérica gozaron por igual del espacio que sirve de referencia para la producción musical y en el que el Huila, al parecer, no existe en escena.
Por Jhon Fredy Nagles Soto
Fotografías Alexander Gordillo Gaitán,
Equipo de Apoyo Gerson Sanabria Gómez,
Álvaro Andrés Perdomo Muñoz,
Nimonoch Sol Luna Roa,
Juan David Oliveros Rodríguez
Magazín Radial La Escena “oTrA cUlTuRa”
Proyecto Radios Ciudadanas
“Espacios para La Democracia”
Emisora Cultural del Huila 95.3 FM
Especial para Diario La Nación
Con el slogan “Vida, Máximo Respeto”, el poder de veloces baterías y el enérgico sonido de guitarras eléctricas se llevó a cabo la versión XIV del Festival Rock al Parque, el más grande en organización, logística y asistencia en Latinoamérica. La fría agua de lluvia no impidió que centenar de cabezas batieran a ritmo de denso Metal, aguerrido Punk, colorido Reggae y otros ritmos, que conquistaron el alma de centenar de personas de todas las edades con sus líricas cargadas de reflexión social y repudio hacia el Sistema.
Casi doscientos treinta mil espectadores fueron los que apreciaron las 52 bandas nacionales e internacionales que se presentaron en simultánea en los dos escenarios adaptados para concierto (El Lago y Plaza) en el Parque Metropolitano Simón Bolívar de Bogotá el pasado fin de semana 1, 2 y 3 de Noviembre. El poder de baterías y guitarras no pudo haberse manifestado en toda su magnificencia si no fuera por todo el despliegue tecnológico y de medios de las casi 10 toneladas de sonido repartido entre cabinería, consolas, cableaje, micrófonos de todas las formas, plantas y amplificadores; un escenario digno para el rock, sin nada que envidiarle a los realizados en Europa y Asia.
En 2007, Rock al Parque fue pasado por granizo. Este año fue la lluvia la que enlodo el certamen. Sin embargo, el clima fue mas complaciente con el metal pues el primer día solo algo de gotas fueron las que, aquella noche, se precipitaron sobre las cabezas de aquellas almas sedientas de metal extremo. Los siguientes dos días todo cambio en la programación en el escenario Plaza porque a causa de la lluvia el escenario El Lago, dando fe de su nombre, se convirtió en un completo campo acuático. Es por ello, que todas las presentaciones se pasaron a un solo escenario, quedando con reducido tiempo de presentación y, así, dar cabida a todas y cada una de las bandas restantes.
DE EVOLUCIÓN, MACHISMO, NARCOTRAFICO
Y MUCHA EXPRESIÓN CON LAS BANDAS
DE ROCK AL PARQUE 2008
Algunas de las bandas del primer día fueron los bogotanos Koyi K-Utho que cerraron el espectáculo en el escenario El Lago. Esta es una banda que siempre impresiona por el rutilante maquillaje, de estética un tanto macabra, que llevaban sus integrantes. Con el nombre del piloto de la serie japonesa Mazinger Z, ocho años de proceso y dos discos encima, Koyi K-Utho creer en la evolución del hombre y la máquina como potenciador del ser humano. Con ésta ideología, nace Mechanical Human Prototype, su primera producción que salió en el primer semestre de 2005. Z, vocalista líder de la agrupación nos habló la nueva producción llamada Vio Logic producida con el sello EMI Music y de la que dice que será aún mucho mas industrial, siempre fieles a su estilo y género.
En medio de ésta música que para muchos podría sonar “muy pesada” y a la que solo los hombres debe su poder y energía llega Maria José Camargo de la banda Fractal Flesh de Bogotá; la única agrupación de metal que dentro de 17 que se presentaron el primer día, es la única que entre su alineación tiene a una mujer como vocalista principal. El nombre de la agrupación da alusión a los elementos que forman un todo, un sistema articulado. El machismo en la escena rock fue el tema involucrado en la entrevista con Maria José. Según ella, “hasta estos momentos es que la mujer, no solo en el rock sino en todos los campos sociales, ha sido visible en la sociedad”. Sin embargo, dice ella que, “el hecho de que la atención se focalice en mi por ser mujer y no por la puesta en escena, eso es una forma de machismo”. Hablar de bandas colombianas de alineación solo femenina como Highway es un avance en el reconocimiento de la mujer en una escena que en Colombia sigue siendo de alguna manera machista, señaló.
Y no podríamos comentar un tanto las bandas del primer día de Rock al Parque 2008 sin antes no hablar de la legendaria e histórica banda del metal colombiano conocidos en la escena como Masacre. Su presentación, fue la penúltima antes de Carcass de Inglaterra que cerro la jornada en el escenario Plaza. Masacre, con una presentación, invitó a corear el tema Death Metal Forever a centenar de almas que vestidas de negro aludían, desde el aire, una inmensa mancha de petróleo. Con 37 años y 20 años de carrera musical con su banda que fundó en Medellín en 1988, Alex Okendo, líder y vocalista principal de Masacre ha hecho poesía con el dolor y la muerte que se ha extendido en Colombia. Masacre es hija de la violencia producto de la época del narcotráfico. Al igual que IRA, banda de punk de Medellín, Masacre también fue señalada por algunos sectores que protagonizaba la guerra en aquella época de carteles y que, aún, se perpetúa hasta hoy. “Nosotros hablamos de la muerte. Así como hay otros que hablan de la vida, del amor, nosotros debemos hablar de la muerte porque es algo que es real que está presente en el país y no es preciso pasar por encima de ella como realidad. Yo pienso que todos los artistas han expresado de una manera pictórica, lírica todo lo que está sucediendo a su alrededor. Nosotros, entonces, estamos narrando todo esa realidad que nos tocó vivir con el narcotráfico, con lo que sucede hoy con el paramilitarismo, con las guerrillas… Pienso que nuestra música ha tocado a los jóvenes colombianos. Entonces también hay que hacer una propuesta, hay que contarlo y hay que protestarlo también de alguna manera y eso es nuestro metal”

LA PRODUCCIÓN LOCAL DEL ROCK

Muchas bandas de talla nacional e internacional han pasado por las tablas de Rock al Parque. Lo triste es que, mientras Cali, Barranquilla, Bogotá, Cartago, Pereira y muchas otras ciudades tienen sus emisarios en éste certamen, Neiva y el Huila se quedan atrás. Y no por que sus artistas rock sean poco técnicos o que no gusten en el escenario nacional sino porque para tocar el Rock al Parque, uno de los requisitos es haber prensado, por lo menos, un trabajo discográfico con un sello reconocido lo que ninguna de las casi doce bandas de rock de Neiva han hecho por falta de recursos.

En estos momentos, tres de las bandas con más proceso y trabajo en la escena huilense son, por el Metal, Arkanot y Sourpuz; y por el Punk Rock, Yersinia Pestis. Las tres bandas cuentan tan solo con “demos”, trabajos promociónales de no mas de cinco o seis temas, grabados con todas las dificultades artesanales del caso. Los pocos recursos que logran captar por concepto de taquilla en los tokes, algunas rifas hechas, algunos pagos por conciertos en otras ciudades del país, no logra compensar lo hecho durante tanto tiempo para pagar la producción de un disco. Experiencias como la vivida por Entropía de Bogotá es similar a la de muchas bandas en Colombia, con la diferencia de que en estas ciudades es más factible su visibilización y apalancamiento en los medios de comunicación y en conciertos de gran envergadura. De allí, la posibilidad de grabar con sellos y en que muchas bandas y agrupaciones busquen salir a otras ciudades en miras a pescar receptibilidad en otras escenas.
UN FESTIVAL CON MUCHA ORGANIZACIÓN
Desde las 9:00 AM centenar de personas esperaban aglutinadas que fuera la una de la tarde para dar comienzo al espectáculo, cuando muy a las 12:55 PM sin contratiempos abra Thunderblast con los equilibrados rifft de trash metal en la guitarra de Juan Felipe Gutiérrez. Mientras ellos interpretaban su música en el escenario Plaza, tras ellos estaba la carpa para las ruedas de prensa donde muchos periodistas de medios de comunicación de todo el mundo tenían asiento. Un lugar que, al estar tan cerca de los dos escenarios, no se prestaba para escuchar bien a los invitados o grabar con buen registro en las grabadoras de reportería de radios y periódicos, y cámaras de video de las diferentes estaciones de televisión que acompañaron la transmisión.
En estos certámenes de talla internacional, lo que más preocupa es la seguridad. Para ello, Rock al Parque se destacó, no solo por los músicos que llegaron o por el equipamiento técnico y mediático. También se destacó por el complejo de seguridad que autoridades locales, civiles y militares desplegaron durante todo el certamen. “Todo el operativo de seguridad se coordina desde una central que se llama Puesto de mando Unificado PMU, en la que se reúnen representantes de la policía, la administración distrital, organizaciones cívicas y sociales encargadas de coordinar y regular este evento”, relató Agustín Silva, coordinador del personal de Grupo de Seguridad y Protocolo GSP, entidad que se encargó al detalle de la logística antes, durante y después del Festival. A las entradas y salidas del Simón Bolívar, se ubicaban personas de chaleco rojo a supervisar, junto con la policía, la entrada de los asistentes. No está permitida la venta de bebidas alcohólicas y tampoco se puede fumar a pesar de tratarse de un recinto al aire libre. No se puede entrar con cinturones metálicos y tanto ellas como ellos deben despojarse de zapatos y medias como parte de las requisas rutinarias de seguridad en las puertas de acceso.

Agustín agrega que esta labor es muy dispendiosa e incomprendida ya que los asistentes no la toman como un servicio hacia ellos sino a manera de hostigamiento y represión; “pero en si, la función es estar mas pendiente del público, responder en caso de emergencias y mediar ante autoridades por el bienestar en general”.

De igual manera, la organización con el personal acreditado de prensa y los artistas eran sometidos a requisas por parte de la policía. A la entrada y salida de cada espacio dentro del festival los acreditados eran detenidos por personal de GSP que les pedían su respectiva documentación y una escarapela a la que pasaban un láser detector infrarrojo al código de barras pegado al respaldo de esta.

ROCK AL PARQUE 2008 Y LA POLITICA PÚBLICA
En sus catorce años de historia, Rock al Parque ha sido un escenario que representa la lucha por la visibilización y el reconocimiento juvenil. Según Juan Camilo Arboleda, conductor de Melodías en Acero, un magazín radial en Medellín especializado en Rock Metal, dice en su reportaje sobre la historia del Metal en Medellín que al igual que en esa ciudad, en muchas partes de Colombia hacer un concierto o toke de rock era muy difícil pues no se contaba con los recursos suficientes ni con los medios de comunicación adecuados para informarlo. Además de ello, los vecinos del vecindario veían en este tipo de espacios focos de delincuencia por lo que eran cerrados por la policía. Sin embargo, en medio de la clandestinidad “fue donde se cuajó el Metal de Medellín y del país” argumenta.
En medio de un contexto de crítica y rechazo por el resto de la ciudad nace Rock al Parque en 1995. Pero luego del tercer año de realización, el Festival lo acoge la Secretaría de Cultura como proyecto del Programa Cultura Ciudadana de la Alcaldía Mayor, teniendo en cuenta que es un escenario propicio para promover la cultura y la convivencia entre las diferentes subculturas juveniles que ya tenían presencia en las calles de Bogotá y el país. Al cumplir diez años, el Festival Distrital de Rock al Parque, según Acuerdo 120 del 24 de junio de 2004 del Concejo Distrital, es reconocido como evento de interés cultural y patrimonio inmaterial del Distrito.
Al llegar aquella música estridente, esa que los vecinos rechazan y los policías persiguen a un escenario de proporciones increíble y convertirse en referencia para la política pública del Distrito, es donde se plasma la presión por dar a conocer ese “algo” que sucede y que nadie en la ciudad quiere aceptar que existe: La transformación de los consumos culturales y los modos de vida que algunos llaman “underground” en el mundo juvenil y que todos catalogan peyorativamente como “peligroso” y “foráneo”.

El proceso vivido para la consolidación de espacios como Rock al Parque en Bogotá, el Festival Altavoz en la ciudad de Medellín o en Ibagué con el Festival Ibagué Ciudad Rock, escenarios apoyados y financiados por los diferentes gobiernos locales son un ejemplo de tesón y verdadero compromiso con la cultura y la convivencia, pues, además de abrírseles el espacio como tal, a las bandas se les brinda todo una plataforma mediática para su visibilización y posteriores relanzamientos al extranjero, esto realizado con periodistas y medios de comunicación especializados en el tema.
Es necesario hacer de la música un escenario para ayudar a focalizar proyectos de vida alternos a la guerra. Muchas de los y las jóvenes que hacen parte de éstas agrupaciones tienen sueños y expectativas de vida con ésta, su música. Si bien es cierto que en estos espacios hay presencia de drogas y otros asuntos, no por ello es preciso señalarles como tal pues muchos de ellos ven en la música su medio de expresión y posiblemente de subsistencia. Apoyar el rock y no darle la espalda es darle la oportunidad de ver con ojos más receptivos, más académicos y con menos religiosidad las tribus urbanas que yacen en cada una de los subgéneros del rock: Los punkeros con su rechazo al sistema político imperante, los metaleros con su inconformidad con las reglas establecidas por una iglesia que para ellos es ficticia, los góticos con su gusto por el horror enmarcado en el horror que vive la sociedad a diario, los raperos con su poesía rítmica frente a la realidad social… en fin, solo expresión inconforme a un mundo que para ellos es una cosa que huele feo. /LA ESCENA PRENSA

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